Desde los siete años participé en sesiones de curación por medio de los pequeños hongos. Aprendí estas tradiciones de mis abuelos y continué utilizando la magia de los hongos hasta mi muerte. Mucha gente vino a buscarme, y les compartí este conocimiento ancestral. En mi familia y en otras familias mazatecas se continua esta tradición que viene de muchas generaciones atrás.
Nací alrededor de 1894 en la Sierra Mazateca cerca de Huautla de Jiménez, Oaxaca. Mi madre María Concepción y mi padre Crisanto Feliciano fueron campesinos que trabajan la tierra. Mi hermanita se llamaba Ana María. Mi nombre completo era María Sabina Magdalena García. Crecimos con nuestros abuelos maternos Manuel Cosme y María Estefania. Mis abuelos y bisabuelos paternos fueron reconocidos curanderos. Siempre vivimos en la pobreza. A los 14 años me casaron con Serapio Martínez, con quien tuve tres hijas, pero a él se lo llevó la revolución y muy tempranamente quedé viuda. Mi segundo marido fue Marcial Carrera con quien tuve seis hijos.
La Sierra Mazateca es parte de la Sierra Madre Oriental de Oaxaca cerca del límite con Puebla y Veracruz. Los mazatecos, nos denominamos Ha shuta Enima, que quiere decir "los que trabajamos el monte, humildes, gente de costumbre". A pesar de que somos pobres, nuestra región tiene una gran riqueza cultural. Nuestros vecinos al suroeste son los cuicatecos y al sureste los chinantecos y más al sur los zapotecos. La Sierra es un lugar muy diverso con selvas secas y matorrales, bosques de pinos y encinos y ecosistemas húmedos en las laderas orientales.
Como otros grupos indígenas, los mazatecos tenemos una gran tradición en el uso de las plantas medicinales. Conocemos remedios para muchas afecciones y recolectamos una gran variedad de plantas para mejorar nuestra salud. Algunas plantas las utilizamos para ocasiones especiales, por ejemplo, la hoja de la pastora, se usa en rituales adivinatorios y curativos, al igual que las semillas de manto de cielo, y flor de la virgen. Pero definitivamente, los pequeños hongos, conocidos en mazateco como "ndi-shi-to" que quiere decir “niños, pequeños que brotan o angelitos que hablan” son mis consentidos. En náhuatl, se conocen como teonanàcatl de teo, dios y nanacatl, carne cuyo significado es "carne de dios" .
Yo veo a los hongos como niños, como payasos. Niños con violines, niños con trompetas, niños payasos que cantan y bailan a mi alrededor. Niños tiernos como los retoños, como los botones de las flores; niños que chupan los malos humores, la sangre mala, el roda de la mañana. El pájaro que chupa la enfermedad, el chupamirto bueno, el chupamirto sabio, la figura que limpia, la figura que sana (Entrevista con Fernando Benítez). Para las curaciones mis niños preferidos eran el llamado pajarito, el San Isidro y el derrumbe. El San Pedro se ha ido acabando.
Dicen los científicos que los hongos producen estas sustancias para alejar a sus enemigos, y que cuando nosotros los consumimos sus sustancias hacen que nuestro cerebro funcione de manera distinta. Al parecer, algunos hongos pueden ayudar a la cura de enfermedades.
Para utilizar los hongos es necesaria mucha experiencia, ya que algunos pueden ser tóxicos. Hay que saber distinguirlos y también cómo prepararlos y consumirlos. Nos pueden dar experiencias muy bellas, pero también pueden causar estados de depresión.
Entre los primeros extranjeros que vinieron a visitarme en 1955 fueron el banquero americano Robert Gordon y su esposa rusa Valentina Pavlovna Guercken. Ella tenía amplia experiencia en la recolección de hongos comestibles y el tenía un gran interés en los hongos. La publicación de su experiencia en nuestras "veladas" en la Revista Life en 1957, aumentó el interés de los extranjeros por venir a visitarme. Llegaron investigadores nacionales y extranjeros, escritores, poetas y músicos.
Muchos investigadores estaban impresionados del uso que yo les daba a los hongos. Se pensaba que muchas culturas antiguas los habían utilizado pero se desconocía si su uso ceremonial aun continuaba. Yo fui prueba viva, de que este conocimiento había perdurado por muchas generaciones y continua perdurando.
En 1967 me vinieron a visitar dos investigadores de la Universidad estudiosos de los hongos, el Dr. Teófilo Herrera y el Dr. Miguel Ulloa y me pidieron participar en una ceremonia con hongos alucinógenos.
Las veladas curativas además del consumo de hongos estaban llenas de cantos que me llegaban por inspiración.
"Soy una mujer que llora,
Soy una mujer que habla,
Soy una mujer que da la vida,
Soy una mujer que golpea,
Soy una mujer espíritu,
Soy una mujer que grita"
Contribución de Alicia Mastretta y Carlos Galindo Leal
Hongos Psilocybe
Casa de María Sabina en Huautla de Jiménez, Oaxaca
Benítez, F. 1963. La santa de los hongos. Vida y misterio de María Sabina. Revista de la Universidad. UNAM
Benítez, F. 1964. Los hongos alucinantes, México: E R A.
Estrada, Á. 1977. Vida de María Sabina, La sabia de los hongos, México:Siglo XXI.
Gordon Wasson, R. 1980. El hongo maravilloso: Teonanacatl. Micolatría en Mesoamérica, Fondo de Cultura Económica. México